Monday, June 1, 2020

CHARACTER COUNTS - THE THREE LITTLE PIGS

https://youtu.be/Tmo4XgTHkxQ

LOS TRES CERDITOS Y EL LOBO FEROZ

(Esfuerzo y buen trabajo)

Había una vez tres hermanos cerditos que vivían en el bosque. Como el malvado lobo 
siempre los estaba persiguiendo para comérselos dijo un día el mayor:
- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro 
de ella cada vez que el lobo aparezca por aquí.
A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué 
material utilizar. Al final, y para no discutir, decidieron que cada uno hiciera su propia casa.
El más pequeño era bastante juguetón y holgazán, por lo tanto optó por construir su casa 
de paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.
El mediano tampoco quería esforzarse mucho así que prefirió construirla de madera, que 
era más resistente que la paja y no le llevaría mucho tiempo hacerla. 
El mayor de los hermanos, en cambio, era sensato y tenía muy buenas ideas. Quería hacer 
una casa confortable pero sobre todo indestructible, aunque tardara más que sus hermanos, 
lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.
- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito
mayor.
Sus hermanos no entendían para qué se tomaba tantas molestias.
– ¡Mira a nuestro hermano! – le decía el cerdito pequeño al mediano – Se pasa el día 
trabajando en vez de venir a jugar con nosotros.
– Pues sí ¡vaya tontería! No sé para qué trabaja tanto pudiendo hacerla rápido y fácil como 
nosotros. Nuestras casas han quedado fenomenal.
El cerdito mayor, les escuchó.
– Bueno, cuando venga el lobo veremos quién ha sido el más responsable y listo de los tres. 
Les dijo a modo de advertencia.
Tardó varias semanas y le resultó un trabajo agotador, pero sin duda el esfuerzo mereció la 
pena. Cuando la casa de ladrillo estuvo terminada, el mayor de los hermanos se sintió 
orgulloso y se sentó a contemplarla mientras tomaba una refrescante limonada.
– ¡Qué bien ha quedado mi casa! Ni un huracán podrá con ella.
Cada cerdito se fue a vivir a su propio hogar. Todo parecía tranquilo hasta que una mañana, 
el más pequeño que estaba jugando en un charco de barro, vio aparecer entre los arbustos 
al temible lobo. El pobre cochino empezó a correr y se refugió en su recién estrenada casita 
de paja. Cerró la puerta y respiró aliviado. Pero desde dentro oyó que el lobo gritaba:
- Abre la puerta o soplaré y soplaré y la casa derribaré. Dijo el lobo.
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, le respondió.
Y el lobo empezó a soplar y soplar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó 
a correr y se refugió en la casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.
- Cerditos sean buenos y déjenme entrar, caso contrario soplaré y soplaré y la casita 
derribaré.
- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos.
El lobo empezó a soplar y soplar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para 
derribar la casa, sopló tan fuerte que la estructura de madera empezó a moverse y al final 
todos los troncos que formaban la casa se cayeron y comenzaron a rodar ladera abajo. Los 
hermanos, desesperados, huyeron a gran velocidad y llamaron a la puerta de su hermano 
mayor, quien les abrió y les hizo pasar, cerrando la puerta con llave.
– Tranquilos, chicos, aquí estaremos bien. El lobo no podrá destrozar mi casa.
El temible lobo llegó y por más que sopló, no pudo mover ni un solo ladrillo de las paredes 
¡Era una casa muy resistente! El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló 
con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer porque la casa no se movía ni 
siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y 
cantaban alegres por haberse librado del lobo:
- ¿Quién teme al lobo feroz? ¡No, no, no!
Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar 
para descansar y entonces reparó en que la casa tenía una chimenea.
- ¡Ja! ¡Pensaban que de mí iban a librarse! ¡Subiré por la chimenea y me los comeré a los 
tres!
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña y pusieron 
al fuego un gran caldero con agua.
Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal quemazo que
salió gritando de la casa, huyó para nunca más volver.
-¿Vieron lo que ha sucedido? – regañó el cerdito mayor a sus hermanos – ¡Los he salvado 
de caer en las garras del lobo! Eso les pasa por flojos e inconscientes. Primero está la 
obligación y luego la diversión. Espero que hayan aprendido la lección.
¡Y desde luego que lo hicieron! A partir de ese día se volvieron más responsables, 
construyeron una casa de ladrillo y cemento como la de su sabio hermano mayor y vivieron 
felices y tranquilos para siempre.

MORALEJA: El camino fácil y rápido no siempre es el mejor, debemos hacer las cosas con 
esfuerzo y dedicación.


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